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La Desertificación

5. CAUSAS DEL ASPECTO EXTERNO DE LOS DESIERTOS:

Como causa original del conjunto de fuerzas conformadoras del desierto ha de ser atribuido al sol, y el factor climático más importante es la radiación, de atmósfera a tierra y de tierra a atmósfera, ya que el suelo sin ninguna vegetación que lo proteja, queda expuesto a la acción de este durante largos períodos de tiempo, al no existir casi nubes en esa zona.

Las rocas no sufren una desintegración total, sino que dan en formas angulosas, a diferencia de lo que ocurre en los climas húmedos, en los que la acción es química, en los desiertos es mecánica, por afloramiento de la textura de la roca.

Las diferencias de temperatura entre el día y la noche, causan en la roca expansiones y contracciones que a lo largo del tiempo producen una "fatiga" en la misma, apareciendo hendiduras, consecuencia de los cual es la producción y desprendimiento de esquirlas y costras. A este hecho no se le puede atribuir la formación de grandes grietas en las rocas, este fenómeno sólo es eficaz en las zonas superficiales, hasta aproximadamente 50 cms. de profundidad en la roca. La causa de estas grandes grietas es el hendimiento por la sal. Este es un proceso de meteorización químico, que consiste en el aumento de volumen y contracción de minerales ocasionados por la penetración de humedad en las pequeñas grietas, esto prepara el proceso por el cual la cristalización de las sales resulta posible. Se deduce que este proceso es menor en los desiertos con mayor sequedad, pero incluso en estos, existe.

Las formas originadas por este tipo de meteorización química, son desde las erosiones en panal y las cavidades por desprendimiento o desagregación de fragmentos, hasta bloques vaciados, avenidas columnares, enrejillados, rocas en seta y rocas tabulares, también causan las oquedades profundas que jalonan bancos enteros de roca.

El proceso de meteorización química, se desarrolla en el interior de la roca, tras una dura corteza que recubre la roca, de forma que un bloque que se encuentra ya totalmente desagregado, queda mantenido aún por una cubierta firme.

El origen de estas costras o cubiertas, hay que buscarlo en las soluciones que ascienden capilarmente desde el interior de la roca por la evaporación y que precipita en la superficie de esta. Estas costras suelen ser de color pardo o negro, raramente amarillentas o rojizas. Están compuestas de sales de hierro o manganeso, a veces también de sílice. La mayor parte de las veces suelen adoptar un color oscuro que hace que sean confundidas -por su aspecto externo- por algunos con basaltos.

Las rocas que presentan una tedencia mayor a presentar este tipo de costras son las areniscas, pudiendo presentar varios centímetros de grosor, y con frecuencia muestran un brillo semejante al de la hulla. Estas costras suelen conocerse como "barniz del desierto", debido a que suelen presentar un fino pulimento ocasionado por la acción del polvo y la arena. En las caras inferiores de la roca, las soluciones no han producido cortezas, pero con frecuencia la han atacado dejando finos surcos.

Este mismo proceso que conduce al agrietamiento y disgregación de la roca puede tener un efecto contrario, es decir, produce una compactación de la misma. En la etapa inicial de la formación de la costra, ésta es muy fina y débil, pero en ambientes donde las precipitaciones pueden penetrar más en el piso, y donde haya soluciones ricas en cal, gracias a la evaporación, estas costras finas y débiles, llegarán a alcanzar un grosor considerable, dando a la roca gran consistencia, si bien este proceso no puede ser evidenciado en los auténticos desiertos.

Otro proceso que también se apoya en la precipitación de disoluciones, en este caso por meteorización química de los feldespatos, es la silicificación. Las causas del enriquecimiento en sílice no están muy bien explicadas, resultando en cavidades, geodas grietas y fracturas rellenas de sílice, incluso a veces la roca está fuertemente penetrada por la sílice, lo que le confiere una gran dureza.

Junto con la silificación, puede aparecer asociada una precipitación de hierro, siendo esta la causa de que a veces, en el desierto, aparezcan grandes extensiones con este fenómeno. Consecuencia de esta meteorización se forman pedernales y esférulas de hierro, que pueden dar aspectos anulares o aplatillados.

la Influencia del agua en el desierto:

El suelo del desierto se encuentra desprovisto de vegetación y también, en gran medida, de un piso meteorizado con capacidad de absorción, las tormentas que en los desiertos suelen ser muy violentas, provocan intensas escorrentías, que a diferencia de otros lugares, aquí si tienen una influencia mayor. Por lo tanto, las formas del relieve van a ser muy distintas a las pertenecientes a otros climas.

Estas lluvias torrenciales provocan en las montañas corrientes de agua que van a arrastrar cualquier tipo de material que encuentran a su paso, incluso rocas sueltas y escombro que son transportados hasta el piso del valle. Estas masas de escombro, avanzan suspendidas en el agua junto con gran cantidad de partículas de distinto tamaño, desde grandes bloques a pequeños trozos de roca del tamaño de una avellana, arenas, cantos y arcillas, que se desplazan hasta donde la energía del agua lo permite, depositándose cuando estas desaparecen. Los cauces de estas riadas no son determinados sino que pueden seguir un camino distinto cada vez que tienen lugar.

Los actuales valles en seco o "uads" que existen en el desierto, tienen su origen no sólo en las lluvias que actualmente se dan, sino en épocas pasadas en las que las precipitaciones eran más abundantes. Los uads han degenerado actualmente, y se les reconoce por el transcurso meandriforme y en la forma en que constituyen con regularidad los tramos empinados y tendidos. El piso de los uads, no posee normalmente curso regular, se encuentra cerrado por escombros resolviéndose en una serie de hoyas. Las cabeceras de los valles son muy inclinadas y con forma de anfiteatro. En zonas de mesetas los uads están muy encajados, siendo las paredes que los delimitan subverticales. En rocas blandas, con frecuencia, existen flancos tendidos y amplios ensanchamientos del valle. Las formas antiguas se reconocen porque se encuentran recubiertas de escombro oscuro, siendo las más claras debidas a la abrasión actual.

Las forma erosivas generadas por las aguas dependen de la constitución del suelo que atraviesan. Cuando ha perdido la cobertera, dan lugar a flancos empinados en los que aflora la roca. Las "tierras malas" (badlands) o malpaíses, son consecuencia de la falta de protección en la superficie del terreno, dando lugar a un acarcavamiento ramificado.

Por el contrario, donde el suelo es relativamente profundo, las formas de abrasión son más suaves, no llegándose a formas cárcavas, al menos mientras exista algo de vegetación. En pisos sueltos y de granos más gruesos, el agua se filtra y puede quedar almacenada en forma de agua subterránea por un período relativamente largo. Por el contrario, en zonas donde el grano es fino y las rocas porosas, debido a la acción capilar y a la evaporación, el agua vuelve a ascender y a evaporarse. Pero las arenas que son de grano muy fino, impiden la ascensión del agua de penetración, manteniéndose así una capa de agua en suspensión.

Las aguas subterráneas existentes en los desiertos, suelen provenir de mantos o corrientes de agua que proceden de muy lejos. Esta agua se presenta retenida por una capa impermeable, cuando existen condiciones de alta presión, pueden aflorar como pozo artesiano mediante la perforación de la capa.

Influencia del viento en la desertificación:

El viento en los desiertos suele ser muy fuerte con capacidad para transportar partículas en suspensión. La acción erosiva del viento se ve favorecida por ausencia o prácticamente inexistencia de vegetación. Antes se solía distinguir dentro de la actividad de los vientos en el desierto, entre la acción elevadora y la acción escarificadora. En primer caso, se trata de la "deflación" y en segundo de la "corrasión". Estos dos fenómenos son inseparables, ya que en los dos casos el viento transporta partículas movibles, con la diferencia de que en el primero, las partículas alcanzan el movimiento por meteorización, mientras en el segundo lo hacen por golpeo mecánico de otras partículas. Las partículas de dimensiones más pequeñas, suelen desplazarse en suspensión y las más gruesas por arrastre a nivel del suelo, resulta evidente que la mayor la van producir las partículas en suspensión, que se desplazan a una altura no muy distante del suelo. El resultado de su acción sobre las rocas son morfologías en forma de seta.

Por otro lado, el viento posee una acción selectiva, transportando la arena fina y quedándose el material más pesado, de forma que éste actúe como protección contra la acción erosiva del propio viento. La presencia de vegetación, hace que el papel del viento como agente erosivo sea mínima o nula.

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